Presidente de la Nación

La situación social pone en alerta las politicas del Gobierno de Milei


“En los próximos meses, el tema social será crítico. Si bien la inflación está a la baja, aún sigue siendo alta, por los ajustes de tarifas y por las subas de impuestos que hay y se vienen, como el de la provincia de Buenos Aires. Es para mirar con cuatro ojos”. El que lo advierte no es un opositor, un sindicalista o de un dirigente social. Es la respuesta que, dice, le daría al Presidente si le preguntara por el mayor desafío que le espera y el autor es José Luis Espert, uno de los más escuchados por Javier Milei, fuera de su microcírculo íntimo.

La advertencia tiene el valor adicional de que la más flamante incorporación al bloque de diputados de La Libertad Avanza es un economista ortodoxo, para quien la sensibilidad social no es una variable que suela apartarlo del rigor extremo en el análisis de los números y de la búsqueda del equilibrio fiscal como premisa.

Por las dudas, para que nadie dude de su perspectiva o se tema algún síntoma de reblandecimiento, Espert agrega un elemento de naturaleza netamente política a su diagnóstico: “La situación social es también un tema preocupante por la utilización que puedan hacer los miserables que siempre lucran con ella”. En esa categoría incluye a sectores de la dirigencia política, sindical y de los movimientos sociales, que, a su juicio y de todo el oficialismo, hacen de la pobreza y la asistencia un negocio, cuenta Claudio Jacquelin en La Nación.

Lo cierto es que la prevención en el oficialismo por el impacto del ajuste, la inflación y los efectos más profundos de la recesión que se verán en los próximos días no es propiedad excluyente de Espert.

Dicen en el entorno presidencial que el propio Milei ha escuchado esas advertencias. Y hasta el implacable ministro Luis Caputo ha mostrado por las redes sociales una cuota de empatía poco conocida públicamente al agradecer “a la gente por apoyar a pesar de lo que cuesta llegar a fin de mes”. Abril asoma como la cima a trasponer hasta llegar al valle soñado en el que el Gobierno promete que empezaría la recuperación.

La caída de actividad ya se ha traducido en paradas por períodos récord de plantas fabriles, como las del sector automotor, con la consecuente reducción de los ingresos de los trabajadores suspendidos.

Ese escenario precede a la reducción de puestos de trabajo que programan vastos sectores industriales, ante la reducción de la producción motivada por la caída estimada en las ventas. En los bancos ya trabajan para minimizar los efectos de un aumento en la morosidad que están previendo, sobre todo, en los pagos de los gastos hechos con tarjetas de crédito.

Ese era el punto más relevante del temario que llevaban a la reunión con Milei los representantes de las grandes asociaciones empresariales que integran el G-6, aunque lo pusieron sobre la mesa como si manipularan nitroglicerina y después de todos los elogios de rigor y, en muchos casos, por convicción sobre el rumbo adoptado por el Gobierno, respecto del cual la mayoría tiene elevadas dosis de confianza. La ideología y lo cortés no quitan el miedo a la pérdida de plata. No hacía falta valentía.

El Gobierno sabe, al igual que los empresarios, que juegan con un contexto y una ventana de tiempo favorables, aunque todo tiene un límite.

Por un lado, la mayoría de las encuestas más respetables realizadas en la primera quincena de marzo mostraron que Milei y su Gobierno no solo siguen gozando de alta popularidad y confianza, sino que varios sondeos exhibieron una recuperación en esos indicadores.

“Esto es ajuste con ilusión”, resumió un veterano consultor, antes de agregar: “La culpa todavía sigue siendo de los gobiernos anteriores. Y a la herencia se agrega que para muchos es la última oportunidad para que el país salga adelante después de más de una década de estancamiento y de tres gobiernos fracasados”. Así buscó explicar la extendida tolerancia social, a pesar de que la mayoría dice que su situación personal y familiar empeoró y que tiene dudas o no cree que la economía mejore en los próximos meses.

 

Lo peor está por venir

Esa inusual paciencia al nuevo Gobierno, que para la mayoría de los expertos en opinión pública no tiene casi antecedentes, se suma “al terror a perder lo poco que se tiene o queda”, argumenta otro consultor. Lo comprueban ejecutivos y dueños de empresas que reciben la aceptación de subas de salarios por debajo de la inflación o recortes de beneficios. “Privilegian el empleo”, dicen.

No solo la tolerancia a seguir perdiendo capacidad de compra es de trabajadores no sindicalizados, sino que lo asume y acepta (por lo bajo) una mayoría de dirigentes gremiales. Otra comprobación más de la máxima de que los argentinos nos llevamos mejor con la inflación que con la recesión. Por eso, la CGT sigue recalculando sus pasos después del prematuro paro del 24 de enero.

Sin embargo, como advierten economistas y expertos en opinión pública y admiten empresarios y funcionarios, los efectos más crudos de la recesión y el ajuste, que se traduce, sobre todo, en el corte de transferencias a las provincias, las obras públicas y los pagos a concesionarios y proveedores, todavía no se han visto. Lo peor aún está por venir.